EE.UU: Los herederos Meyer Lansky quieren que Cuba los indemnice. Ellos no deben recibir ni un centa
- Jack Colhoun
- 29 jun 2016
- 5 Min. de lectura

Los herederos de Meyer Lansky, el empresario de la comunidad de juego de la mafia norteamericana en Cuba (1933-1958) están apostando a una gran indemnización a partir de las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba para normalizar las relaciones entre los dos países. Las reclamaciones de indemnización por parte de ciudadanos o negocios de Estados Unidos de las propiedades nacionalizadas por la Revolución Cubana son algunas de las cuestiones a discutir.
Sandi, la hija de Lansky, su hijo Gary Rapoport y su hermano Paul han presentado ante la Comisión de Solución de Reclamaciones Exteriores de EE.UU. una demanda de indemnización contra Cuba por el hotel y casino Riviera. La revolución cubana confiscó el Riviera y otras propiedades de los gángsteres después de derrocar en 1959 al régimen vinculado a la mafia del general Fulgencio Batista.
“Fue por medio del arduo trabajo de mi abuelo que se construyó el hotel”, dijo Rapoport al británico Daily Mail Online el 23 de diciembre de 2015. “Somos sus familiares naturales. . .
Por derecho, debería ser de nuestra propiedad”. Dice que el Riviera está valorado en $70 millones. The Tampa Bay Tribune, Reuters, y Haaretz también han reportado la noticia.
El Riviera, que domina el Estrecho de la Florida, fue la joya de la corona de los casinos, hoteles y centros nocturnos de Lansky en La Habana. Cuando el Riviera abrió en diciembre de 1957, era el mayor hotel-casino propiedad de la mafia fuera de Las Vegas. Las 440 habitaciones dobles del hotel estaban totalmente reservadas para la temporada de invierno de 1957-1958.
Sin embargo, la versión de que el éxito del Riviera fue el producto del “arduo trabajo” de Meyer Lansky es desmentida por la propia evaluación de Lansky acerca de su acuerdo con Batista. Lansky habló con franqueza acerca de sus años en Cuba con los escritores de seguridad nacional israelíes Dennis Eisenberg, Uri Dan, y Eli Landau para su admirable biografía Meyer Lansky: magnate de la mafia (Paddington Press, 1979). (Lansky vivió en Israel de 1970 a 1971 para evitar ser procesado en Estados Unidos por evasión de impuestos.)
En 1933, (*) Lansky presentó a Batista su plan para abrir en Cuba casinos y clubes nocturnos propiedad de la mafia. Batista, que acababa de llegar al poder por un golpe de Estado, recibió la propuesta de Lansky de hacerlo su socio. Batista y sus más allegados obtendrían pagos periódicos de manos de la mafia. A cambio, a los gángsteres se les permitiría operar sin interferencia de las autoridades cubanas. Con un apretón de manos y un abrazo, Lansky y Batista sentaron las bases del estado gangsteril cubano.
“Trabajar bajo el conocido principio de que es mejor utilizar el dinero de otras personas que el propio, Lansky persuadió a Batista para que el gobierno cubano ayudara a financiar la empresa”, escribieron Eisenberg, Dan, y Landau. “El gobierno [cubano] acordó respaldar cada dólar invertido por los extranjeros en la isla con un dólar propio y conceder a cada hotel que costara más de un millón de dólares el preciado premio de una licencia de juegos de azar… y los hoteles-casinos no tendrían que pagar impuestos en Cuba”.
El Riviera fue uno de los cuatro nuevos hoteles con casino que se abrieron en La Habana entre 1955 y 1958. Los bancos cubanos de desarrollo subsidiaron el 50 por ciento del proyecto Riviera de Lansky por $14 millones de dólares; inversores ligados a Lansky suministraron el resto. El senador Eduardo Suárez Rivas, hermano del ministro de Trabajo de Batista José Suárez Rivas, fue secretario de la Compañía de Hoteles Riviera de Cuba, que operaba el hotel.
La comunidad mafiosa del juego era la piedra angular del estado gangsteril cubano. La corrupción de los mafiosos ligó a Batista, sus más allegados, los agentes de seguridad de alto nivel, y la mafia en la defensa de uno de los regímenes más represivos de Latinoamérica. Como decía un informe de la CIA, “A cambio de la lealtad que ellos le dieron, Batista siempre apoyó a sus servicios de seguridad. En tiempos de crisis, a menudo se suspenden las garantías civiles. . . y dejó a los servicios las manos libres”.
Los días de los gángsters norteamericanos en Cuba estaban contados cuando Batista huyó al exilio el 1 de enero de 1959. En 1958, el Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro había denunciado a la mafia en las emisiones de radio desde su reducto guerrillero en la Sierra Maestra por haber convertido a La Habana en un centro del vicio comercializado – juego, prostitución y drogas. Cuando Castro llegó a La Habana el 8 de enero, juró “expulsar a todos los jugadores”. El Riviera otras propiedades de los gángsters fueron nacionalizados, y los jugadores de la mafia regresaron a Estados Unidos.
Para recuperar el control de sus casinos, hoteles y clubes nocturnos en la Cuba después de Castro, la mafia libró una guerra encubierta contra la revolución cubana. Los mafiosos se reagruparon con sus aliados políticos cubanos, ya en el exilio en Estados Unidos. La mafia subvencionó a líderes del exilio cubano y suministró armas a grupos comando de exiliados cubanos para ataques contra objetivos cubanos desde embarcaciones rápidas y pequeñas aeronaves. Los pandilleros también conspiraron con la CIA para asesinar a Fidel Castro.
Según Doc Stacher, un asociado de Lansky de toda la vida, en una reunión con la CIA en 1959 Lansky se ofreció a organizar el asesinato de Castro. “Él [Lansky] indicó a la CIA que alguna de su gente que aún se encontraban en la isla, o los que iban a regresar, podrían asesinar a Castro”, dijo Stacher a sus biógrafos israelíes. “Meyer Lansky pensó que si Castro fuera eliminado había una buena oportunidad de que Batista resurgiera… Él dijo [a los funcionarios de la CIA] que estaba preparado para financiar la operación por su cuenta”. Entre1960 y 1963, la CIA y la mafia conspiraron de forma encubierta para asesinar a Castro.
Presentar a Lansky como una víctima agraviada por Cuba es poner a la historia de cabeza. No debiera haber ninguna compensación para los herederos de los antiguos jugadores de la mafia en Cuba.
(*)Posiblemente haya sido en 1953 (una errata en el original), ya que el golpe de estado de Batista fue en 1952 y es por entonces que comienzan los negocios mafiosos en Cuba. (Nota del Traductor.)
Del autor: Jack Colhoun es un historiador de la Guerra Fría (graduado de la Universidad de Wisconsin, Madison, 1968; doctorado en la Universidad de York, Toronto, 1976), periodista investigativo, e investigador profesional de archivos. Su trabajo ha aparecido en el Washington Post, Toronto Star, Salon, History News Network, The Nation, The Progressive, In These Times, el antiguo semanario Guardián (Nueva York), y el desaparecido Covert Action Quarterly. Es el autor de Gangsterismo: Estados Unidos, Cuba, y la mafia, 1933-1966 (Nueva York: O Books, 2013).
(Tomado de History News Network)
Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal.
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